Calle El Nacimiento, Edificio 8 |
Catia es considerada el corazón
de la Parroquia Sucre en el Municipio Libertador. La Parroquia Sucre está
ubicada al norte-oeste de la ciudad, hace frontera con el Estado Vargas por el
norte, conectada con la Autopista Caracas - La Guaira y la urbana Autopista
Francisco Fajardo, siendo el eje vial fundamental de la Parroquia Sucre la Avenida
Sucre. Catia esta subdividido en sectores y sub-barrios, como Los Flores de
Catia, Los Magallanes de Catia, Caribe, Propatria, La Silsa, Alta Vista, Gramoven,
Los Frailes, Ruperto Lugo, El Cuartel; así como otros sectores como Blandín,
Casalta, Barrio Isaías Medina Angarita, Lomas de Urdaneta y Ciudad Caribia.
Luego de haber vivido en La
Tahona, Chaguaramos, Bello Monte, Colinas de Bello Monte, La Tahona, por
segunda vez, La Urbina, Altagracia, Fuerzas Armadas, en ese orden, un mes de
julio del año 2006, llegue a Catia, un lugar que me salvo de una emergencia, al
no encontrar un lugar donde vivir durante una búsqueda de tres meses. No
quería, estaba renuente a vivir en Catia, sentía miedo, me parecía lejos y muy
alejado de mi zona de trabajo. Me toco adaptarme, aprender unas nuevas
dinámicas de vida.
El primer recuerdo que tengo de
la zona para esa fecha, es un robo del que fui objeto en una camioneta camino
al corazón de Catia. Un fulano se sentó a mi lado en la camioneta, me apunto
con un arma y me obligo a entregarle un anillo de oro que usaba en mi mano
derecha, y que por descuido había olvidado quitarme.
Entre 2012 y 2013, estuve muy
ocupada en mi trabajo de tesis de grado, era crucial para mí poder disfrutar
del silencio necesario para leer y escribir. Eso resultaba casi imposible al
tener como vecinos un taller de motos, dos restaurantes, una clínica, una
licorería y una empresa de pinturas. Demasiada actividad comercial y, además,
el ruido infernal de la música de los vecinos.
A partir de ese año, 2013, en adelante, mi vida en esa calle se
transformó en un infierno.
En 2015, me toco hacer una
denuncia pública en mi blog, luego de haber recibido amenazas de ser quemada
viva en mi casa, por uno de los clientes del local de motos y unos de los
empleados del taller de motos, en una de las muchas ocasiones que les exigía no
reparar motos frente a mi casa.
En algún momento, se me ocurrió
contratar el servicio de televisión por cable de Directv, por una subida de
precios que no puede aguantar, retire el servicio. Pues mis queridos vecinos se
robaron la antena, el cable y toda la instalación. En otra ocasión, decidí
contratar el servicio de televisión por cable de la zona que era
considerablemente más económico que Directv. Durante un apagón eléctrico, mis
vecinos cortaron el cable por pura maldad. Los técnicos de la empresa fueron,
revisaron y en efecto, me confirmaron que el cable había sido cortado con un
cuchillo. Hicieron una reconexión con dos aparaticos, pues un tiempo después se
robaron las conexiones, para ese momento ya no tenía televisión pues se me
había dañado y decidí no comprar un tv nuevo, bueno, en realidad no podía
comprarlo.
Quizás ellos (mis vecinos) crean
que yo no sé quién me robo y quien me hizo todas esas cosas, se equivocan. Se
exactamente quien lo hizo porque siempre estaba en casa, aunque la ventana estuviese
cerrada. Fue la medida que adopte para evitar el ruido y evitar que supieran
cuando estaba o no estaba. Entonces me di cuenta que estaba presa en mi casa.
Comencé a evitar salir durante el
día para no tener que toparme con nadie. Luego llego una vecina que instalo una
peluquería al lado de mi casa. A ella le molestaban mis perros y que yo
limpiara mi casa con agua y kreolina para evitar las garrapatas. Entonces era
otra molestia. En algún momento se acercó a mi casa a pegarme gritos e
insultarme. La agresora termino llamándome puta. Imagínense, llamarme puta a mí.
Pero en fin, los insultos son un reflejo de quienes los usan y además los
gritan. O como dice un refrán popular, cada ladrón juzga por su condición.
La calle El Nacimiento de un día
a otro se revelaba ante mí como un caos insoportable, que ya no estaba
dispuesta a aguantar. La peluquería que bloqueaba la acera, el taller de motos
que hacía lo mismo que la peluquería y entre ambas competían por colocar la
peor música y una más alta que la otra. El restaurante que atravesaba las
sillas y mesas en la acera. La barbería
que colocaba una venta de chucherías en el frente y una silla de espera para
tres personas donde últimamente se sentaban los motorizados del servicio de mototaxi
que se instaló en la esquina. Y para completar el paquete una venta de perros
calientes cuyo dueño aprovechaba la oscuridad de la noche para hacer sus
necesidades en el kiosko de la avenida, cercano a la esquina. Sin dejar de
mencionar la venta de jugos en la esquina que hizo aún más caótica la calle con
gente haciendo cola para comprar. Todo eso de un solo lado de la acera sobre mi
casa.
En el otro lado de la acera, en
frente de mi casa, el caos lo provocaba una licorería, que en el presente año
2019, comenzó a hacer reparaciones de automóviles en combinación con uno de los
empleados del taller de motos. Y los fines de semana, una de las hijas de uno
de los dueños de la licorería instalaba una venta de parrilla improvisada en la
calle. Los camiones de la empresa de pintura que se paraban en frente de mi
casa y dejaban los camiones prendidos mientras los cargaban, cuyo humo entraba
a mi casa.
La música de diferentes
apartamentos sonando al mismo tiempo cualquier día y a cualquier hora
completaban el caos que transformo la calle en una zona no apta para mantener
una vida digna, salud mental y momentos de paz.
Quizás se me pase alguna que otra
acontecimeinto, pero fueron demasiadas cosas que en lugar de mejorar
empeoraban. Todo esto y más me obligaron a decidir tener que salir de esa zona
para poder vivir en paz. Sentía que estaba presa, evitando salir durante el
día, mantener la ventana cerrada, no, eso no es vida.
Un agosto de 2019, afortunadamente,
tome la decisión de mudarme y, afortunadamente, conseguir un lugar a donde
hacerlo. En septiembre logre mudarme a un nuevo lugar en Caracas. Me tomo dos
meses mudarme totalmente. Hoy, 31 de octubre hice entrega de la llave del lugar
donde vivi durante 13 años
¿Extrañaré algo de Catia?
Tengo muchos recuerdos, en lo
personal muchos buenos. En general, muchos son malos. Creo que me hará falta el
encontrar productos a bajo precio. Sin duda, en Catia todo es más económico.
Pero nada de eso supera la dicha de poder vivir en paz, de estar rodeada de
personas conscientes de su deber ciudadano, gente que respete a sus vecinos.
Si, extrañaré al señor de las
frutas, o creo que las frutas, el pan de la panadería, el señor de las verduras
y sus verduras. Extrañaré los abastos de los chinos y los precios económicos de
sus productos.
No, no creo que extrañe nada más de
Catia. Es un capítulo cerrado, si me quedan muchas experiencias, muchas
lecciones aprendidas.
No todo fue malo, conocí personas
agradables, muy pocas pero si las hubo. Gente noble y de buen corazón. A ellos
les deseo lo mejor.
Adiós Catia… te dejo, me voy a un nuevo destino, a una nueva
vida.