viernes, 28 de junio de 2019

A 50 años de Stonewall



50 años de Stonewall

La noche del 28 de junio de 1969, un grupo de mujeres lesbianas, hombres gays y mujeres trans, decidieron decir basta contra los abusos policiales y la extorsión a la que eran sometidos por ser homosexuales.  Ese grito para decir basta se transformó en una marcha anual desde el año 1970, que sería replicada en cientos y miles de ciudades alrededor del mundo.

Cincuenta años más tarde las razones que dieron origen a esa revuelta siguen existiendo. Hoy en día en siete países la homosexualidad es castigada con la pena de muerte y en 70 países ser homosexual sigue siendo ilegal.  
Por otro lado, en al menos 25 países las parejas homosexuales pueden legalizar su unión a través del matrimonio civil, en otras pueden hacerlo a través de una unión civil o unión de hecho. En otros tanto se prohíbe la discriminación por razón de la orientación sexual.  En algunos otros se prohíbe la discriminación por razón de identidad y expresión de género y se reconoce la identidad legal auto percibida a las personas trans e intersex, permitiéndoles así cambiar de nombre y sexo en sus documentos de identidad.

Pero aún falta mucho, por eso sigue siendo necesario salir a las calles cada 28 de junio y participar en la Marcha del Orgullo en cada ciudad o país donde nos encontremos.
Hemos logrado cambiar el mundo, poco a poco, cuando decidimos salir del closet e ir a la calle para manisfestarnos fue para nunca más volver a escondernos, porque sabemos que tenemos derechos. Tenemos derechos civiles y políticos, tenemos derechos económicos sociales y culturales. Cada uno de los 30 derechos mencionados en la Declaración Universal de los Derechos Humanos nos pertenece por el simple hecho de ser humanos, aunque algunos pocos aún se empeñen en decir lo contrario.   

Venezuela
En Venezuela, la celebración por los 50 años de los disturbios de Stonewall nos encuentra sumidos en una terrible Emergencia Humanitaria Compleja que sin duda ha afectado a las personas LGBTI de manera diferenciada y agravada. La pre-existente situación de negación de derechos se suma la terrible situación originada en un conflicto político que ha afectado a la economía y todos los aspectos de la sociedad como la salud, la educación e inclusive la cultura.

En Venezuela aún no existe una ley que proteja a personas LGBTI de la discriminación generalizada que padecemos.  Tampoco pueden las parejas del mismo sexo legalizar y protegerse legalmente a través del matrimonio o la unión de hecho. Y las personas trans e intersex no pueden reconocer legalmente su identidad auto-percibida y cambiar su nombre, sexo y género en su documentación oficial.   

Ahora se enfrentan a la escasez de alimentos y medicamentos, a la falta de empleo, y a la imposibilidad de emprendimiento ante las múltiples dificultades económicas en el país. Toda esta situación ha obligado a las personas LGBTI a formar parte de los millones de venezolanos que se han visto forzados a emigrar, con todos los riesgos a los que se enfrentan en medio de una migración no planificada y como parte de un grupo vulnerable debido a sus características individuales. Como podemos ver hay muchas más razones para salir a marchar, a protestar y a exigir nuestros derechos.


Las marchas en Venezuela
La primera marcha en Venezuela se realizó en Caracas en 1997, una marcha nocturna en medio de muchos temores. Pero la primera gran marcha masiva se realizó en junio del 2001 con la organización de la Red GLBT, integrada en ese entonces por Alianza Lambda, Amazonas de Venezuela, Iglesia de la Comunidad Metropolitana de Venezuela, Acción Solidaria, RGV+/Red venezolana de Gente Positiva, Sociedad Wills Wilde, el Colectivo Tendencias y Unión Afirmativa de Venezuela.
Esta coalición existió hasta 2004 aproximadamente y entonces la organización de la Marcha la asumió Alianza Lambda hasta 20016 cuando se crea la organización Orgullo GLBT exclusivamente para organizar la marcha. En el camino esta organización pasa a identificarse con el gobierno de Hugo Chávez y sus políticas y, por ende, la marcha pasa a representar una parcialidad partidista, los camiones de música comienzan a mostrar imágenes de Chávez y canticos con mensajes alusivos al gobierno. En 2010, aparece otro grupo político con diferencias de intereses debido a los continuos cambios del recorrido (origen y llegada). Durante tres años seguidos hubo inclusive agresiones físicas entre activistas identificados con el gobierno con denuncias de corrupción que hicieron que las organizaciones independientes como Unión Afirmativa optaran por no participar.

En los últimos dos o tres años en las publicaciones posteriores a la marcha los titulares reseñan el “apoyo de la sexodiversidad al gobierno revolucionario”, lo cual es absolutamente falso. Muchas de las personas que marchan en Caracas o en cualquier otra ciudad en Venezuela lo hacen porque es la única oportunidad de salir a expresarse con libertad. La mayoría ni siquiera sabe que es una marcha financiada por el gobierno nacional y organizada por personas ligadas con el gobierno.

La gente tiene derecho a marchar sin que su presencia sea utilizada para mentir en favor de una parcialidad política y partidista. Este aspecto lejos de promover la unión contribuye a que se eleve el rechazo a quienes de manera deliberada los utilizan y chantajean. Pues sí, la polarización política del país penetro una lucha social contra la opresión, la extorsión y la discriminación por parte de cuerpos policiales como en Stonewall; a ser extorsionados y chantajeados por personajes que son parte del gobierno que oprime a través de la negación de derechos humanos.

Viejos vicios
El gobierno de Chávez y Maduro se han caracterizado por llevar a cabo el conocido pink-washing, apoyo propagandístico, sin acciones afirmativas concretas. Nada de políticas públicas, ni planes, ni medidas, negar esta realidad es seguir en el juego partidista. Discurso que es repetido por algunos activistas políticos que les siguen el juego.     

Nuevos caminos

Las marchas tienen que volver a ser una iniciativa social de las organizaciones desligadas del gobierno de turno, pero si acompañadas por las instituciones del Estado. Dicho acompañamiento y apoyo deben ser en la práctica con el correspondiente reconocimiento de derechos. No como una estrategia publicitaria o de propaganda para decirse inclusivos mientras que se siguen negando derechos.

En algunos países como EEUU y Canadá las marchas se han convertido en fiestas, en otros países como Rusia y otros en el continente africano son lugares para la persecución a personas LGBTI. En otros como en Venezuela son espacios que generan sentimientos encontrados entre el deseo a ser libre aunque sea por unas horas, la frustración de no haber logrado aún nuestros derechos y el secuestro de la marcha y nuestra presencia para favorecer una parcialidad política opresora. Es como si estuviésemos traicionando el espíritu inicial de Stonewall, la lucha contra el opresor.

Vendrán mejores tiempos en los que nos encontremos con funcionarios públicos conscientes de su responsabilidad para con el cumplimiento de la ley y los estándares internacionales en Derechos Humanos en Venezuela. Mientras tanto seguimos trabajando todos los días por el derecho a la igualdad y el derecho a la no discriminación debido a nuestra orientación sexual, identidad o expresión de género.  
  



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