sábado, 17 de junio de 2017

Vivir en un mundo de fantasía


Hace poco atendía la invitación de unas personas conocidas a compartir en una reunión social.  Había varias parejas de mujeres y hombres, en medio de la conversación una de estas parejas, muy emocionadas y con una sonrisa en el rostro dicen: “¡sabes, nosotras estamos casadas!”, y para hacer énfasis lo repitió así, “casadas, casadas”. 

Ante mi expresión de asombro, imagino, una de ellas sintió la necesidad de explicar y dice: “si, en una viaje de vacaciones, llegamos a una iglesia, vestidas para la ocasión, luego de haber logrado el contacto con el sacerdote; y él procedió a casarnos”. 

Entonces comenté: “ah, entiendo, ustedes tuvieron una ceremonia de bendición de pareja”. Una de ellas, respondió: no, nosotras estamos casadas, casadas, por la ley de Dios, esa es la que importa”. Seguidamente, le aclaré, “perdóname pero en Venezuela lo único que tiene valor legal es la ceremonia de matrimonio civil ante una autoridad civil. La ceremonia religiosa es solo simbólica, opcional y no tiene carácter legal.”  Y ahí culminó la conversación sobre el asunto.   

Matrimonios realizados en el extranjero

El artículo 104 y 115 de la Ley Orgánica del Registro Civil  establecen los requisitos para el registro de los matrimonios de venezolanos realizados en el extranjero. Estos no mencionan que los contrayentes deben ser de diferente sexo. No obstante, ninguno de los matrimonios entre parejas del mismo sexo realizados en el extranjero ha podido ser inscrito en Venezuela. Solo conocemos de dos casos que han intentado una acción legal para exigir tal reconocimiento (Jesús Ravelo y Oliver Schneider, Giniveth Soto y Migdely Miranda); ambos fueron rechazados.   

Familias homoparentales

Aunque no contamos con cifras oficiales porque éstas han sido ocultadas, las organizaciones no gubernamentales tenemos información sobre las familias homoparentales en Venezuela.
El más reciente censo de población y hogares en Venezuela se realizó en 2011. Para 2012, las cifras preliminares mencionaron la existencia de al menos 6000 parejas conformadas por personas del mismo sexo.  Nosotros estimamos que esta cifra podría ser mayor. Adicionalmente, conocemos al menos 1500 parejas, tan solo en Caracas, que han optado por procesos de inseminación artificial para concebir sus tan deseados hijos. Niños que están viniendo al mundo en condiciones de desigualdad. Sus madres o padres están inscribiendo estos niños como hijos con un solo padre o una sola madre ante la imposibilidad de inscripción con ambas madres o padres del mismo sexo.  

 ¿Dónde están?

Entonces me he preguntado mucho, donde están las personas  que conforman estas estadísticas que manejamos. ¿Por qué no están exigiendo sus derechos? Unión Afirmativa ha hecho varios llamados a parejas para emprender acciones legales y durante años no hemos logrado conseguir parejas que quieran emprender una batalla legal que culmine con el reconocimiento de parejas del mismo sexo en Venezuela; tal como ha sucedido en otros países vecinos.

La respuesta, a mi entender, es la que he escogido para titular este texto: están viviendo en un mundo de fantasías, acompañados de un estado de negación de la realidad. Sin querer ver y analizar las consecuencias de tal situación. Quizás también son presas del modelo hetero-normado de las relaciones de parejas.   Quizás ese mundo en el que se refugian  las parejas del mismo sexo en Venezuela les hace pensar que si no son visibles y esconden su relación entre cuatro paredes estarán a salvo de la discriminación o de las situaciones incomodas a las que nos enfrentamos quienes decidimos ser visibles.

Lo lamentable es que la manera en que la realidad les hace salir de ese mundo de fantasía siempre sucede en momentos de muchas dificultades con terribles consecuencias tal como les sucedió a Giniveth Soto y a Migdely Miranda, luego de la trágica muerte de Giniveth a manos del hampa y que dejó a Migdely y a su hijo en un limbo legal.  Afortunadamente, la situación de Migdely Miranda y su hijo, ha ido mejorando cuando a finales de 2016 el Tribunal Supremo de Justicia  venezolano ordenó al Consejo Nacional Electoral venezolano reconocer a ambas mujeres como legitimas madres del niño concebido a través de inseminación artificial.  No obstante, el matrimonio de ambas no ha sido reconocido y hoy en día Migdely no es considerada heredera de su legítima esposa.  

La realidad puede ser muy dura

Situaciones de total de protección legal de parejas del mismo sexo y género se repiten, en situaciones de enfermedad, de inscripción ante el seguro de una de los miembros de la pareja, en solicitud de préstamos bancarios, en inscripción de hijos en escuelas, asistencia a reuniones de padres y representantes, en compra de boletos de avión para parejas, en situaciones de traslados laborales al extranjero, entre muchas otras situaciones beneficiosas que derivan del matrimonio o unión de hecho.
Son muchas las parejas conformadas por hombres o por mujeres que conozco y sé  viven en su mundo de fantasía,  parejas inclusive conformadas por mujeres y hombres reconocidos, que ejercen cargos públicos, en universidades, en ministerios, en alcaldías, en medios de comunicación, escritores, funcionarios policiales , abogados, profesores universitarios; en fin… Todos,  al parecer, no parecen estar conscientes de la importancia de la visibilidad y, al mismo tiempo, de las desventajas de la invisibilidad.

Pretender que la ausencia de reconocimiento de sus derechos no les afecta por tener una situación económica estable o cómoda, o porque sus conocidos y amigos saben de su realidad, se equivocan. Hay muchos más beneficios en ser auténticos, a aquellos que puede haber en pretender vivir entre cuatro paredes, a escondidas, en la oscuridad. Esta actitud refuerza la idea de que ser homosexual es algo que debe esconderse y mantenerse en la clandestinidad. 

No me atrevo a asegurarlo pero de alguna manera creo que el desprecio que expresan con frases como “yo no soy lesbiana pues yo solo amo a mi pareja”, yo no soy gay porque me acuesto con hombres por deseo sexual”, “yo no voy a marchas porque no me gusta la gente que va a exhibirse”, “no me gustan los maricos amanerados” entre muchas otras frases que he escuchado; o quizás evitas que te vean en público con alguien abiertamente homosexual; actitudes que he observado demasiadas veces, solo revelan la vergüenza individual que sienten por saberse homosexuales.  Eso, en esencia no es otra cosa que rechazo a los homosexuales y si eres homosexual y rechazas a los homosexuales, estás  demostrando sufrir de homofobia internalizada.  

No le pediría a nadie nunca salir del closet, pues esta acción es una decisión personal, pero si los invito a reflexionar sobre su realidad. 

Ya hay muchos venezolanos famosos que han decido salir del closet y ser visibles, aunque esa visibilidad no esté acompañada de una intención de convertirse en activistas por sus derechos contribuye a desmotar mitos sobre la homosexualidad y las relaciones entre parejas del mismo sexo.


La vida pública de estas personas no ha cambiado, no han perdido su empleo, no han perdido a su familia, al contrario, expresan que su vida personal ha cambiado para mejor luego de ser sinceros consigo mismo.   Esto tiene mucho años sucediendo, no se ha acabado el mundo, los únicos cambios que hemos visto es hacia sociedades más inclusivas y más prosperas.   

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