Al no ser algo que comúnmente reflejado en los medios de comunicación, es necesario visibilizar la violencia de la que son objeto las mujeres lesbianas, bisexuales y trans como miembros de un grupo minoritario y cuya circunstancia de discriminación y marginación se ve agravada debido a su orientación sexual, identidad y/o expresión de género.
Recordemos que recientemente, el 25 de noviembre, se conmemoró el Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer. Desde 1981, militantes y activistas en favor del derecho de la mujer observaban esta fecha como un día de protesta y conmemoración contra la violencia que sufre la población femenina. La fecha fue elegida en memoria del brutal asesinato en 1960 de las tres hermanas Mirabal, activistas políticas de República Dominicana, por orden del dictador Rafael Leonidas Trujillo, quien gobernó el país desde 1930 hasta 1961.
Según las Naciones Unidas “en la actualidad, la violencia contra las mujeres y las niñas es una de las violaciones de los derechos humanos más extendidas, persistentes y devastadoras del mundo”.
En esta ocasión enfocaré mi análisis a la violencia hacia las mujeres lesbianas. Existe una situación de violación de derechos humanos debido a la negación e impedimento del disfrute de sus derechos fundamentales. En el caso de las mujeres lesbianas que se ven afectadas por diversos tipos de violaciones de derechos humanos, entre ellos el no reconocimiento de su derecho al matrimonio y a la protección de su familia homoparental.
La violencia intragénero no está incluida en la Ley de las mujeres a una vida libre de violencia. A pesar de ser una realidad, las parejas integradas por mujeres lesbianas también experimentan situaciones de violencia. Al momento en que se presentan no son consideradas en el marco de esta legislación dado que en esta ley el agresor debe ser de sexo/género masculino. Por ende, existe en vacío en la ley al no contemplar este tipo de violencia que es atendida bajo otras categorías como alteraciones a la convivencia ciudadana; es decir, casos de “riñas”, desorden u otro similar.
Con la violencia laboral muchas veces pasa inadvertida debido a la dificultad para demostrar su existencia. Puede consistir en la no contratación por ser lesbianas. En otras ocasiones se recurre a despidos injustificados bajo excusas de finalización de contratos, en otras se les impide el ascenso a mejores posiciones, se pueden dar situaciones de cambios o reasignación o no asignación de tareas, entre otras medidas que frenan el disfrute de un ambiente laboral adecuado.
Violencia sexual es usualmente ejercida por familiares o allegados quienes consideran que se trata de una desorientación o confusión y piensan que a través de “violaciones correctivas” se podrá modificar la orientación sexual de la mujer lesbiana.
También existe la violencia institucional a la que se enfrentan las mujeres lesbianas al no encontrar en las personas que están al frente de las instituciones la colaboración necesaria para recibir y procesar denuncias de violencia por razón de su orientación sexual. Algunos funcionarios se excusan detrás de la ignorancia o a la ausencia de un marco legal de protección a las mujeres lesbianas y de sanciones a este tipo de delito.
Asimismo, la violencia médica. Muchas veces las mujeres lesbianas son maltratadas en las consultas ginecológicas luego de revelar su orientación sexual. Son víctimas del rechazo por doctores que anteponen su homofobia a la ética profesional con la que deben actuar.
Y está la violencia mediática en la que la nula representación de las mujeres lesbianas en los medios de comunicación no contribuye a desmontar la imagen que de ellas se tiene. Es decir, la imagen de la mujer lesbiana masculinizada que no refleja la diversidad real. Por otro lado, se muestra a la mujer lesbiana como una fantasía sexual para hombres heterosexuales. Mostrar estas imágenes sesgadas de las mujeres lesbianas puede considerarse como violencia mediática.
Escrito para Alternos.la
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