Debía viajar a Puerto Ayacucho por razones de trabajo. En mi inocencia pensé que la cosa sería tan
sencilla como llamar a una agencia de viajes y que la persona amablemente me conseguiría
el vuelo y a mí solo me tomaría pagarlo por teléfono como se hace en cualquier país
normal, ese fue mi primer error, pensar que sería tan fácil.
Ya tenía la información de que para ese destino solo hay un vuelo semanal
los días jueves, pero no sabía que era con una sola línea aérea, la venezolana
Conviasa. Sin manejar esta información procedí
a llamar a las agencias que he contactado antes.
Llamadas a las agencias de
viaje.
No llamé a mi agencia habitual de manera inmediata, decidí llamar a esa
agencia de viajes LGBTI de reciente creación que se anuncia por la radio, y por
la cual me alegré mucho, no solo de su creación sino de su promoción radial. Los
llamé por eso de apoyar a nuestra gente, saben, aplicando eso que se conoce
como la solidaridad. Además porque me llamaron a una reunión para hacer una
presentación formal y tal. Me dieron un rico café y todo, que repetí. Les deje
mi tarjeta de presentación, aunque ya tenían todos mis datos de contacto.
Pero, cuando llamé para solicitar pasajes para mi destino me dijeron, “ay,
disculpa perdimos tú número, me lo puedes facilitar de nuevo y te devolvemos la
llamada”. La llamada nunca llegó, al día siguiente volví a llamar y no me respondieron
el teléfono. Muy mal para ser un primer contacto como cliente, para alguien que
les está solicitando un servicio. Ahí se los dejo para que lo tomen en cuenta. Si
no podían pues lo más razonable era ser sinceros.
Acto seguido llamé a otra agencia, me dijeron con toda la sinceridad del
mundo. Esos boletos para ese destino solo los vende Conviasa y nosotros no
trabajamos con ellos. Les agradecí la información y el no hacerme perder
tiempo.
Continúe entonces indagando cómo llegar a Conviasa, dónde quedan sus oficinas
y cómo es el proceso de compra. Gracias a una persona que vive en Puerto
Ayacucho, y luego confirmado por mi amigo Google, supe que hay dos oficinas de
Conviasa en Caracas, una en Chacao y otra en el Ipsfa, en Los Próceres, el
Centro Comercial de los militares.
Primer contacto con Conviasa
La primera vez que fui a Conviasa fue un día jueves en la sede de Chacao,
llegué cerca de la 1:30 pm y ya estaba cerrado, le pregunte a la persona encargada en la puerta
la razón y me dijo “porque no hay pasajes y todo está colapsado”. Vaya a Los Próceres
me dijo e intente allá. Le pregunté
hasta que hora permanecen abiertos y me dijo que hasta las 10 de la noche. Decidí esperar al siguiente día.
Al día siguiente, un viernes, me acerque hasta las oficinas de Conviasa en
Los Próceres.
El viaje a los Próceres
Sucumbida en mi desorientación espacial temporal, tome la vía más lejana para llegar hasta el
Ipsfa. Tomé mi destino inicial en línea uno del Metro hasta Plaza Venezuela y
luego en línea tres hasta Los Símbolos y luego tomé un autobús. Llegué,
pregunté por los pasajes, no había.
El vuelo para la fecha solicitada lo abren una semana antes. En mi caso
debía regresar el martes o el miércoles, sin certeza alguna del día.
De regreso a casa, ese día viernes, utilicé el BusCaracas, ya les cuento la
experiencia.
El BusCaracas
El día martes tal cómo me dijeron me dirigí de nuevo al Ipsfa. Experimenté
con un nuevo camino. Decidí utilizar el BusCaracas. Me tocaba ir desde mi
destino inicial en línea uno hasta Estación La Hoyada y ahí salir hasta la parada
del BusCaracas.
Confieso que era mi primera vez en ese sistema como usuaria. Hoy lamento haber
tenido que usarlo. La experiencia más
desagradable en el transporte público y miren que soy de Maracaibo que ya es
bastante decir. He vivido y sufrido los carritos por puesto, la ruta 6, la Pomona,
etc.
En el Buscaracas quedan los rastros desgastados de lo que pretendió ser un
sistema moderno, los autobuses solían tener aire acondicionado, ya no. Solía haber
torniquetes para el ingreso de los
usuarios, ya no. Parecía haber existido algún orden a juzgar por la conducta de
algunas personas, ya no. Solo puedo compararlo con el sistema Tren de los Valles
del Tuy, a partir de los videos que he visto en internet.
El comportamiento de la gente es de un salvajismo que da terror. Los
autobuses van tan sobre cargados que no alcanzan una velocidad superior a un ciclista
en un viaje de paseo. Esa parte, me dio mucho miedo. En mi mente solo había un
pensamiento, en cualquier momento habrá una tragedia, y seguramente no la
sabremos, no la veremos en los medios de comunicación públicos e independientes
que ya no existen.
Con mucho miedo, sudor, empujones, mucho, mucho asco logré realizar los
viajes de ida y vuelta a mi casa, durante tres días. No salí ilesa, luego les cuento.
El día martes en el Conviasa
del Ipsfa
Temprano en la mañana llegue a la sede de Conviasa en el Ipsfa. Existe una dinámica
en ese lugar totalmente desconocida para mí. La entrada principal abre a las
9:00 am, igual que la oficina de la línea aérea. Es solo que la entada a Conviasa es por la lateral
izquierda, abren 15 minutos antes para hacer pasar a la gente y organizarla en
unas sillas y luego en otras sillas en la parte interna. Es el juego de la
silla dos veces. Todo con una estricta disciplina militar, por supuesto.
Entre las colas y el juego de la silla logré entrar al lugar pasadas las 10
de la mañana. Solo para que me dijeran que el vuelo no se había abierto o “aperturado”
como se empeñan en decir, no importa cuántas veces una les corrija. Que diera
unas vueltas y regresara. Lo mismo decían
a otras personas para otros destinos.
Dado que tenía otros compromisos
decidí irme hasta la zona donde debía estar, hacía el Municipio Chacao.
Conviasa en Chacao
Luego de culminar con mis diligencias en Chacao decidí acercarme hasta la
agencia Conviasa en la zona.
Al llegar había dos grandes colas de gente esperando por información para
varios destinos, algunos en la misma situación de espera de apertura de vuelo
para la venta. Al rato sale un señor, el encargado de organizar a los usuarios.
Nos tocó escuchar un regaño, con intenciones de recomendación pero terminó en queja
porque ahora, al final, el cliente siempre tiene la culpa. Anunció que levantaría
la voz para que lo escucharn pero nunca lo hizo. Dijo que ellos están haciendo
lo mejor para dar respuesta a nuestras necesidades pero nosotros nunca estamos
satisfechos y como ejemplo mencionó que antes no había sillas es esa área donde
estábamos entonces la gente se quejaba por twitter porque tenían que hacer cola
de pie, entonces ahora hay sillas e igual se siguen quejando porque no son
suficientes y así. Luego nos hizo pasar
de cinco en cinco, la capacidad del lugar.
Finalmente entré, eran ya pasadas las 12 del mediodía y aún o habían
abierto el vuelo. Me dijeron que regresara al siguiente día, es decir, el miércoles.
El miércoles en Conviasa del
Ipsfa
El día miércoles me dispuse de nuevo, con toda la paciencia a comprar los
boletos para viajar. Algo me decía que ese día lo lograría. Llegué muy
temprano, cerca de las 7:40 am. Aún no había nada abierto, pero ya había dos
largas colas una para entrar al Banco de Venezuela y otra para Conviasa.
A las 8: 45 comienzan a permitir la entrada y a organizar a la gente de la
cola en las sillas, recuerdan el juego de las sillas. Estaba entre las primeras 20 personas por lo
que ya a las 9:00 am había entrado a la agencia y había sido atendida. No aún
no se había abierto el vuelo. Que diera unas vueltas y volviera a pasar. Así lo
hice, a esa hora no había podido desayunar por muchas razones. Fui a desayunar
cualquier cosa y regrese. A las 10:00 am. Todavía nada.
A las 10:30, nada, a las 11:00 nada. Nos dicen a quienes estamos en la misma
situación a la 1:30 abren el vuelo. Ya estaba agotada, hambrienta, malhumorada,
pero determinada a comprar los boletos. Cerca de las 2:30 pm, logré comprar los
boletos, pero no en Conviasa, donde nunca me dieron una respuesta afirmativa.
A las 3:00 pm, me tocó calmar el hambre atroz en un lugar de comida árabe ubicado
en la zona de la feria del ipsfa. Gigante error, la comida me cayó tan mal que
pasé cuatro días en estado de suma gravedad con cólicos, diarrea y vómitos,
todo esto acompañado de muchas fiebre, dolor de cabeza y malestar general. No había nada que
pudiera ayudarme. Pasé dos días sin poder comer absolutamente nada. Me sentía
tan débil que apenas si podía llegar al sanitario para hacer mis necesidades
que en ese estado eran urgentes.
Finalmente, mi ángel guardián que siempre está y aparece cuando más la necesito me
recomendó tomar limón con bicarbonato y eso fue la gran solución para Quiteria.
La fiebre y el malestar se mantuvieron por varios días.
Mi condición de salud es muy delicada, de verdad pude no haberlo contado. Todo
por la necesidad de comprar dos boletos de avión para viajar por razones de
trabajo, lo que debería ser tan fácil y accesible con una simple llamada telefónica.
Les recomiendo, tener mucho cuidado en los lugares donde les toque comer
por obligación. Una amiga me dijo “no se
puede comer en ningún lugar a menos que se conozca muy bien, las ventas están
muy bajas y los locales mantienen la comida por varios días” Lamentable, pero cierto.
Estamos sometidos a un maltrato de dimensiones inimaginables. No nos
merecemos esta realidad tan cruel que estamos padeciendo.
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