jueves, 27 de diciembre de 2012

Mis derechos, tus derechos, nuestros derechos II


En el post anterior me refería al ruido ocasionado por los humanos que se transforma en molestia y utilicé el ejemplo de la música para demostrar como pisoteamos los derechos de otros. En esta ocasión me refiero al ruido indirectamente producido por los humanos y que también es un foco de perturbación y muestra de lo mal que estamos como sociedad.  

Muchos de nosotros nos quejamos de los motorizados porque se nos atraviesan al manejar, no se paran en los semáforos, se estacionan sobre el rayado peatonal, nos rompen el retrovisor del carro, circulan por las aceras, circulan en contrasentido, se estacionan en las aceras, en fin la lista de infracciones que cometen en las carreteras es muy larga, pero cuando no circulan también generan molestias.  

A tan solo dos puertas de mi casa, hay un lugar de reparación de motos, el ruido al que estoy expuesta a diario es realmente perturbador e insoportable. Lo peor, además del ruido proveniente las motos, el martilleo de las reparaciones, el sonido de herramientas, el olor asfixiante de la gasolina y la grasa que derraman en el piso, es el abuso del arrendador del local. No solo ocupa el frente de su local, sino que estaciona las motos frente al local continuo al suyo y también frente a mi edificio y obviamente frente a mi casa. No es tanto el hecho de que estacione las motos en frente, sino que además las repara, todo esto acarrea muchas otras consecuencias. 

Quienes están en espera de la reparación de su moto, se instala frente a mi ventana a hablar a gritos que perturban mi tranquilidad.  Utilizan un lenguaje soez, vulgar y ofensivo para cualquier ser humano, fuman y consumen licor y en ocasiones colocan música. La combinación de música alta y conversación provoca que mientras más alta está la música más se debe levantar el tono de voz para poder ser escuchado, de manera que esto genera un doble ruido exageradamente perturbador para quien no está en el círculo de la conversación. De nada sirve pedirles que bajen la voz, de nada sirve pedirles que se muevan, de nada sirve reclamar. Reclamar mi derecho a tener el frente de mí casa libre de motos y de ruido, me ha hecho ser receptora de los insultos más escatológicos que pueda haber. Sí, porque al parecer, reclamar nuestros derechos es un delito; entiendo, reconocer que estamos equivocados o que estamos violando alguna norma es muy difícil y requiere de mucha humildad. Entonces la mejor defensa es ofender, insultar y elaborar chistes con la intención de desprestigiar a quien reclama. 


El incidente más reciente involucró a dos funcionarios de la Policía del Municipio Libertador identificados como Liserio E y Mata J.  Si, dos funcionarios que se suponen están para defendernos, para velar por nuestros derechos, en esta ocasión se comportaron como dos malandros vulgares con pistola y licencia para insultar. Al salir a pedirles por favor bajaran las voz y movieran sus motos de en frente de mi casa, se negaron a hacerlo argumentando que ellos estaban en la calle y tenían todo el derecho  a estar allí. Uno de ellos escupió frente a mi casa una sustancia de color negro, que no me puedo aventurar a decir que es, pero eso detonó mi molestia. Salí a lavar lo que él había hecho, y arrojé un tobo con agua y detergente. Esto los hizo molestar y entonces revelaron su talante abusador. El funcionario Mata J me gritó que estaba loca y que estaba falta de marido, ante tal abuso, les tomé una foto desde dentro de mi casa, al notar que les estaba tomando fotos, el funcionario gritó aún más alto, amenazándome con golpearme y romper mi cámara fotográfica. “sal, para que veas lo que te hago, vieja loca, falta ‘e marido, pa’ que veas como te rompo esa cámara” así gritó en tres ocasiones.  
Reclamar mi derecho a no ser perturbada por el ruido a dos funcionarios policiales fue la confirmación de la indefensión en la que estamos sumergidos. Son policías con licencia para ofender, insultar, delinquir, quebrantar la ley de la manera más descarada posible.
¿A quien acudo?, ¿A dónde acudo? ¿Qué ley me va a proteger? Qué garantías tengo de que mi denuncia no será utilizada como arma de represalia de estos funcionarios? ¿Dónde quedan mis derechos? ¿Quién defiende mis derechos cuando son los mismos representantes de la ley quienes la están quebrantando?

El ruido ocasionado por el servicio para motos y los otros como consecuencia de ese servicio vulneran mis derechos a la paz y la tranquilidad. La conducta de los policías es otro ejemplo de cómo los supuestos representantes de la ley pisotean la ley, pisotean mis derechos y todo sigue impune. Seguimos mal como sociedad y sin poder salir o quizás sin querer salir.

Mis derechos, tus derechos, nuestros derechos

La línea que divide mis derechos individuales de los tuyos es tan delgada que en ocasiones preferimos ignorarla y a veces pisotearla. La descomposición social y la enfermedad que sufrimos hoy día en Venezuela, no es nueva, no nos caigamos a cuentos, ya venía desde antes, lo que si sucedió en estos últimos 14 años es que se agravó y ya los síntomas no los ocultamos sino que por el contrario los mostramos con el mayor descaro posible. Quienes en algún momento nos consideramos personas sensatas, pacientes, tolerantes y respetuosas hemos sucumbido ante la ola de violencia reinante en el país y en el peor de los casos la vemos y no hacemos nada por miedo y pánico a ser víctimas de esa violencia. Peor aún, estamos en total desamparo, no tenemos a dónde acudir en busca de protección, de algún tipo de castigo al ofensor, al agresor que actúa amparado en esa misma impunidad. Y no me refiero únicamente a los casos más graves como los asesinatos. Me refiero a situaciones diarias que vivimos y sufrimos en silencio en total indefensión.

Tomemos, por ejemplo, el ruido. yo he llegado a la conclusión de que estamos y sufrimos en una sociedad ruidoso, estruendosa, abusivamente escandalosa. El ruido lo generan los humanos o en caso indirecto los aparatos creados y mal utilizados por los humanos. La música, así como puede ser algo para el disfrute también en manos de abusadores puede convertirse en la peor de la torturas. Es común ver como los jóvenes y los no tan jóvenes instalan en sus automóviles cornetas de gran tamaño y potencia de sonido. De manera similar en las casas las personas se dan a la tarea de instalar aparatos de sonido super potente, “surround sound” con equis número de vatios de potencia. Similarmente, en las fiestas que se dan en los salones de fiestas de los edificios pero también en el cerro, en el barrio, en las urbanizaciones. Pero cuando lo que para ti es un disfrute,  es decir, escuchar música perturba mi tranquilidad, estas pisoteando mi derecho a disfrutar en la tranquilidad de mi casa. 
Cuando tú paras tu carro frente a la licorería y abres la maleta para que el sonido de tu aparato suene a su máxima potencia, ya deja de ser tu disfrute para convertirse en mi martirio y el de todos los vecinos. Porque si no lo has reflexionado, la música es para el disfrute personal o colectivo, pero eso sí, voluntario. Es decir, aquellas personas que están contigo, a quienes invitaste a tu casa o a la playa, etc. Pero el resto de tus vecinos no están obligados a escuchar tu música. Porque además, tú no sabes cuales son mis condiciones personales. Quizás en mi casa tengo una persona enferma que necesita tranquilidad. Aun cuando sea fin de semana algunos trabajamos, estudiamos y necesitamos de la paz y tranquilidad a la que tenemos derecho. Y tu derecho a disfrutar de la música no puede perturbar mi derecho a la paz. 

Esta situación la podemos extender al Metro, a pesar de que se escucha por los altavoces del sistema metro que se debe utilizar audífonos con los dispositivos portátiles de sonido para no perturbar a los usuarios y permitir se escuchen los mensajes, la gente, en ejercicio descarado de irrespeto a las normas insiste en mantener su música a volumen sumamente alto. Tú no sabes qué persona va en el metro, enfermo, con malestar, dolor de cabeza, con alguna enfermedad o simplemente cansada y, lamentablemente, no puede utilizar un taxi, como muchos le responden a quien se atreve a reclamar su derecho. Entonces, nos cohibimos de reclamar porque no sabemos en qué momento nos van a sacar un arma y terminar con nuestra vida.  

Mi vecino del piso 3, tiene un negocio de alquiler de minitecas para fiestas, además hasta donde sé es profesor aunque ignoro qué cosa enseña, pero también mata tigres instalando aparatos de música y cornetas en automóviles, a pesar de que la dueña del edificio ya le ha hecho la observación de que su música perturba, él ha optado por ignorar las normas de convivencia y mata sus tigres justo frente a mi casa, frente a mi ventana que da directamente a la calle. Él es otro ejemplo de abuso, de irrespeto, de violación de las normas; no solo de convivencia ciudadana, sino que incurre en el uso de espacios públicos para instalar un negocio personal. Es lo mismo que hacen los buhoneros, entorpecen el libre tránsito en las aceras y perturban a la personas.  Su argumento de defensa ante mi petición de bajar el volumen de su música no es otra que decir que él está disfrutando con sus amigos. Pero, bueno, no se puede esperar mucho de una persona con problemas de indigencia mental. 
El día 12 de octubre del presente año 2012, mientras regresaba del paseo con mis perros lo sorprendí orinando en frente del edificio, semi escondido entre la puerta de su carro. Quizás pensó que como iba a lavar su carro ahí mismo en frente pues bueno el limpiaría su cochinada. Pues bien, sí, en tan solo un momento, una persona está en violación de varias ordenanzas municipales (hacer necesidades fisiológicas en espacios público, desperdiciar el agua y realizar actividades de limpieza en la vía pública), y no sucede nada. 

Desde ese día para mi vecino soy su enemiga por haberle informado a su esposa de lo que él había hecho, en el mismo instante en que lo vi. Su reacción y acción en consecuencia ha sido incrementar la frecuencia con la que escucha música en frente del edificio. Una actitud digna de quien es incapaz de reconocer sus errores y opta por atacar a quien considera lo ha desenmascarado y avergonzado. Obviamente, él ha optado por pisotear mis derechos, ignorar la línea delgada entre mis derechos y los suyos. Ejemplo de la descomposición social en la que estamos sumergidos sin poder salir o quizás sin querer salir.  

martes, 25 de diciembre de 2012

Lo que me gusta de la navidad y lo que no me gusta II


Originalmente, tenía toda la intención de escribir sobre lo que me gusta de la navidad, pero encontré tan pocas cosas que terminé haciendo una segunda lista de lo que no me gusta. Pero para no ser tan negativa, si mencionaré lo que me gusta de la navidad.  
Me gusta la comida navideña, eso sí todo con moderación. No comparto eso de pasar dos semanas comiendo hallacas y pernil. Pero así como me gusta la comida, desapruebo el exceso en el que se incurre por la cantidad. Tomemos por ejemplo una lista de todas las cosas que las familias venezolanas suelen preparar para la noche del 24 y en ocasiones también para el 25.
Hallacas, pernil, ensalada de gallina, algunas familias también incluyen asado negro y pollo horneado, además está el pan de jamón y el jamón planchado. A ver, no es que hacen uno o lo otro, no, todo esto está incluido en la cena.  Como postre se prepara, torta negra y dulce de lechosa, también puede incluir panetón, turrones, frutos secos, mazapán y polvorones. Las bebidas tampoco son modestas, puede incluir refrescos, vino para acompañar la comida, pero también se consume, ponche crema, ron, sangría, cerveza, whisky y cualquier bebida conocida como “digestiva”. Por supuesto no podemos dejar de mencionar los aperitivos o abreboca que puede incluir salsas preparadas, bolsas de pepitos, chis trees, doritos, tostones etc.  
¿Se dan cuenta? ¿No les parece exagerada la cantidad de comida y licor que se consume en una cena, una noche? Es decir, caramba, esa lista de comida puede ser consumida en una semana.
De la navidad también me gusta la idea de compartir con la familia, y los familiares como los primos, los sobrinos, los tíos etc., en fin esa familia que llega de visita y que se ve solo en las fiestas o velorios. Eso normalmente viene acompañado de ruido, de música, de chamos corriendo, madres gritando para que los niños no se ensucien como que si igual no tuviesen que lavar la ropa, y lo que hacen es frustrar la diversión a los chamos. El volumen de la música que sin darte cuenta cada vez es más alto, lo que provoca que levantes la voz para que los demás te puedan escuchar y poco después estas gritando y en 20 minutos ya estas disfónica y con dolor de cabeza.    
Me gusta que la navidad es una época para viajar descansar, o sencillamente para no hacer nada.  Me gusta recibir el bono de fin de año. Me gusta ver películas navideñas llenas de mensajes de paz y también las de historias tristes pero aleccionadoras y esperanzadoras.
Los fuegos artificiales, en serio, sé que lo mencioné en la primera parte, pero es que no entiendo porque la gente tiene la posibilidad de poder comprar esas cosas explosivas. La venta de fuegos artificiales debería prohibirse en su totalidad y el manejo debería estar únicamente en dependencias gubernamentales, gente que sepa como manipularlos, que se haga una única exhibición por municipio. Así evitaríamos muchos accidentes, niños con quemaduras por el mal manejo de los cohetes y demás periquitos. Además, le haríamos un gran favor a la salud de todos, especialmente de las mascotas. Los perros al escuchar esos ruidos experimentan palpitaciones, taquicardia, temblores, nauseas, pánico, estrés, angustia y miedo, mucho miedo. Como consecuencia pueden escapar y ser arrollados por cualquiera en su búsqueda por protección y seguridad.    
Algo que no entiendo es ¿por qué la gente espera hasta diciembre para pintar la casa? En Agosto también es temporada vacacional, algunas personas reciben un bono por vacaciones, es decir, porque esperar hasta diciembre, la pintura usualmente aumenta de precio. De la misma manera, ¿por qué esperar hasta diciembre para comprar ropa, cuando esta también aumenta de precio?  Me parece que hay algo de masoquismo en todo esto. En diciembre las calles se ponen insoportables por la cantidad de gente, el tráfico, todo se hace a la carrera, todo se deja para última hora. ¡Es una locura!    
Repito, si nos ocupáramos más de lo que es esencial todo sería mucho mejor y menos complicado.  Haríamos mejor comprando menos juguetes y pasando más tiempo con los niños, conversando con ellos, compartiendo sus programas favoritos, jugando con ellos. Habría más parejas felices si conversáramos más y usáramos menos los aparatos telefónicos, computadoras, y aparatos de juegos. Formaríamos mejores ciudadanos si leemos y aprendemos más y vemos menos televisión. Paciencia, tiempo, abrazos, juegos, sonrisas, confianza y atención. Eso es lo que debemos poner en el árbol de la vida y menos cosas materiales en el árbol de navidad.  
En fin, de cualquier manera todo esto es una opinión muy personal quizás motivada por el hecho de que no me gustan las multitudes, ni el ruido, ni los excesos. Creo que sigue siendo mucho más lo que no me gusta que lo que me gusta de la navidad.   


"Honraré la Navidad en mi corazón y procuraré conservarla durante todo el año" Charles Dickens.




miércoles, 5 de diciembre de 2012

Lo que no me gusta de la navidad


Recuerdo un episodio de la serie estadounidense “Friends” en el que Joey le insiste a Chandler que se guarde para sí el hecho de que no le gustan los cachorros y lo compara con decir que no le gusta la navidad. Explica que eso es provocar el rechazo de la gente pues a todo el mundo le gustan los cachorros y a todo el mundo le gusta la navidad. Pues, yo estoy en desacuerdo, no a todo el mundo le gusta la navidad. Y por ser una posición personal, esta se debe respetar. Hay muchas razones por las cuales a una persona no le gusta esta época del año; hay quienes tienen malos recuerdos, extrañan a un ser querido, se siente solos, en fin, la lista puede ser muy larga.  A mi particularmente, hay muchas cosas que me desagradan de la navidad; eso no significa sin embargo, que no me guste, pero tampoco soy una gran fanática de la navidad. 

Primero, me parece algo tonto y hasta inmaduro criar a los niños haciéndoles creer que hay un señor que les trae regalos por haberse portado bien durante el año, o en su defecto que es un niño recién nacido que les trae un regalo, cuando en todo caso debería ser él quien los reciba por haber venido al mundo.  Esto es comparable al famoso cuento de que a los niños los trae la cigüeña, es un engaño. ¿No sería más realista hacerles entender que los regalos son el producto del trabajo de sus padres? ¿Qué acaso no les enseñaría eso a apreciar más a sus padres? Eso por supuesto en el caso de que estemos de acuerdo en que debemos entregar regalos. Por otro lado, hacerles saber que los regalos los compran sus padres, les haría entender cuando por no disponer de suficiente recurso económico, a sus padres no les es posible comprarles el juguete que desean.  Si, recordemos que hay mucha gente que no puede comprarles regalo a sus hijos en navidad. Eso me lleva a la segunda razón por la cual no me agrada mucho la navidad. 

Me molesta la presión que siente la gente por tener que regalar, comprar regalos para todo el mundo, familiares, amigos, es como una carga social que se le ha impuesto a la gente, el tener que gastar y gastar cantidad de dinero en regalos, en comida, y en tal cantidad que resulta excesiva, gastar en ropa que probablemente no volverás a utilizar, ¿de donde sale esa obligación de tener que usar ropa nueva? De manera tal que lo que se ha creado es una cultura consumista. Todo para un solo día, una sola noche, cuando mucho dos sí incluimos el año nuevo; aunque esa es una fecha diferente. ¿Es que acaso necesitamos ropa nueva, comida en exceso, licor, para pasar un buen momento en familia? Mentira, usualmente las fiestas navideñas son un caldo de cultivo para problemas que muchas veces terminan en desgracia, si no solo hace falta revisar las estadísticas de muertes y accidentes en diciembre. Se ha creado una festividad comercializada, al igual que el día de la madre, el padre, los niños, el día de los enamorados, Halloween, carnaval, semana santa. Todo es un consumismo excesivo, que le genera a la gente una presión social de tener que cumplir porque de lo contrario se es menos feliz. 

Por otro lado, se invierte cantidad de dinero en decoraciones para la casa, que solo permanecerán durante un mes. Comencemos por el árbol de navidad, ahora se ha puesto de moda comprar pinos naturales, bueno mucho mas que antes. Pero caramba, me gustaría saber que dicen los ecologistas al respecto. ¿Y es que acaso en navidad se nos olvida que seguimos necesitando sembrar arboles en vez de cortarlos? ¿Cuantos de ustedes que se dicen estar a favor del reciclaje y la preservación de la naturaleza se olvidan de eso y van a comprar un pino? Y si no es el famoso pesebre. La compra de animales, material dañino para el medio ambiente como el musgo. En fin, toda una cantidad de cositas y periquitos para decorar.

No puedo dejar de mencionar los fuegos artificiales; esto que se dice ser tan bonito y tan espectacular, producen unas terribles consecuencias en los perros, muchos se asustan hasta tal punto de sufrir infarto y la muerte inmediata.  La cantidad de pájaros que mueren al ser golpeados por un cohete o uno de esas cosas que vuelan y lanzan colores y explotan. Además de la cantidad de niños y adultos que sufren quemaduras por el mal manejo de los fuegos artificiales. Sin ignorar   lo mucho que molesta el ruido cada vez que explotan esos cohetes. Nosotros los adultos también sufrimos y nos asustamos.

Ciertamente, es agradable ver como la gente cambia de ánimo, se sienten más felices, más relajados, se llenan de emoción y elaboran metas y perdonan a todo el mundo y se convierten en mejores personas, y sólo por ser navidad son capaces de disculpar cualquier abuso o mal comportamiento, seguramente han escuchado la frase “señora, no se moleste que es navidad” ¿la han escuchado? ¡Si verdad! ¿Es que acaso no podemos ser mejores seres humanos el resto del año? ¿O eso solo es en navidad? No les parece eso un poco ¡hipócrita! Yo preferiría que la gente tuviese un mejor humor y estado de ánimo durante todo el año. Perdónenme, pero es que ese espíritu navideño, amoroso y solidario me parece falso. El resto del año también podemos hacer donaciones, rifas, recabar fondos y cenar en familia, perdonar, amar, ser solidarios. Todos los días hay personas, animales e instituciones necesitadas, ¿por qué esperar a diciembre?

Y a todas estas, ¿recuerdan el verdadero significado de la navidad? Es una celebración religiosa, particularmente del cristianismo y entre otras denominaciones de la iglesia católica. Qué tal si reflexionamos un poco sobre lo que hacemos en navidad y lo que deberíamos hacer cuando no es navidad. Así habrá muchas cosas que disfrutar y menos que lamentar. 

 "Honraré la Navidad en mi corazón y procuraré conservarla durante todo el año" Charles Dickens.