martes, 25 de diciembre de 2012

Lo que me gusta de la navidad y lo que no me gusta II


Originalmente, tenía toda la intención de escribir sobre lo que me gusta de la navidad, pero encontré tan pocas cosas que terminé haciendo una segunda lista de lo que no me gusta. Pero para no ser tan negativa, si mencionaré lo que me gusta de la navidad.  
Me gusta la comida navideña, eso sí todo con moderación. No comparto eso de pasar dos semanas comiendo hallacas y pernil. Pero así como me gusta la comida, desapruebo el exceso en el que se incurre por la cantidad. Tomemos por ejemplo una lista de todas las cosas que las familias venezolanas suelen preparar para la noche del 24 y en ocasiones también para el 25.
Hallacas, pernil, ensalada de gallina, algunas familias también incluyen asado negro y pollo horneado, además está el pan de jamón y el jamón planchado. A ver, no es que hacen uno o lo otro, no, todo esto está incluido en la cena.  Como postre se prepara, torta negra y dulce de lechosa, también puede incluir panetón, turrones, frutos secos, mazapán y polvorones. Las bebidas tampoco son modestas, puede incluir refrescos, vino para acompañar la comida, pero también se consume, ponche crema, ron, sangría, cerveza, whisky y cualquier bebida conocida como “digestiva”. Por supuesto no podemos dejar de mencionar los aperitivos o abreboca que puede incluir salsas preparadas, bolsas de pepitos, chis trees, doritos, tostones etc.  
¿Se dan cuenta? ¿No les parece exagerada la cantidad de comida y licor que se consume en una cena, una noche? Es decir, caramba, esa lista de comida puede ser consumida en una semana.
De la navidad también me gusta la idea de compartir con la familia, y los familiares como los primos, los sobrinos, los tíos etc., en fin esa familia que llega de visita y que se ve solo en las fiestas o velorios. Eso normalmente viene acompañado de ruido, de música, de chamos corriendo, madres gritando para que los niños no se ensucien como que si igual no tuviesen que lavar la ropa, y lo que hacen es frustrar la diversión a los chamos. El volumen de la música que sin darte cuenta cada vez es más alto, lo que provoca que levantes la voz para que los demás te puedan escuchar y poco después estas gritando y en 20 minutos ya estas disfónica y con dolor de cabeza.    
Me gusta que la navidad es una época para viajar descansar, o sencillamente para no hacer nada.  Me gusta recibir el bono de fin de año. Me gusta ver películas navideñas llenas de mensajes de paz y también las de historias tristes pero aleccionadoras y esperanzadoras.
Los fuegos artificiales, en serio, sé que lo mencioné en la primera parte, pero es que no entiendo porque la gente tiene la posibilidad de poder comprar esas cosas explosivas. La venta de fuegos artificiales debería prohibirse en su totalidad y el manejo debería estar únicamente en dependencias gubernamentales, gente que sepa como manipularlos, que se haga una única exhibición por municipio. Así evitaríamos muchos accidentes, niños con quemaduras por el mal manejo de los cohetes y demás periquitos. Además, le haríamos un gran favor a la salud de todos, especialmente de las mascotas. Los perros al escuchar esos ruidos experimentan palpitaciones, taquicardia, temblores, nauseas, pánico, estrés, angustia y miedo, mucho miedo. Como consecuencia pueden escapar y ser arrollados por cualquiera en su búsqueda por protección y seguridad.    
Algo que no entiendo es ¿por qué la gente espera hasta diciembre para pintar la casa? En Agosto también es temporada vacacional, algunas personas reciben un bono por vacaciones, es decir, porque esperar hasta diciembre, la pintura usualmente aumenta de precio. De la misma manera, ¿por qué esperar hasta diciembre para comprar ropa, cuando esta también aumenta de precio?  Me parece que hay algo de masoquismo en todo esto. En diciembre las calles se ponen insoportables por la cantidad de gente, el tráfico, todo se hace a la carrera, todo se deja para última hora. ¡Es una locura!    
Repito, si nos ocupáramos más de lo que es esencial todo sería mucho mejor y menos complicado.  Haríamos mejor comprando menos juguetes y pasando más tiempo con los niños, conversando con ellos, compartiendo sus programas favoritos, jugando con ellos. Habría más parejas felices si conversáramos más y usáramos menos los aparatos telefónicos, computadoras, y aparatos de juegos. Formaríamos mejores ciudadanos si leemos y aprendemos más y vemos menos televisión. Paciencia, tiempo, abrazos, juegos, sonrisas, confianza y atención. Eso es lo que debemos poner en el árbol de la vida y menos cosas materiales en el árbol de navidad.  
En fin, de cualquier manera todo esto es una opinión muy personal quizás motivada por el hecho de que no me gustan las multitudes, ni el ruido, ni los excesos. Creo que sigue siendo mucho más lo que no me gusta que lo que me gusta de la navidad.   


"Honraré la Navidad en mi corazón y procuraré conservarla durante todo el año" Charles Dickens.




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