Originalmente, tenía toda la intención de escribir sobre lo que me gusta de
la navidad, pero encontré tan pocas cosas que terminé haciendo una segunda
lista de lo que no me gusta. Pero para no ser tan negativa, si mencionaré lo
que me gusta de la navidad.
Me gusta la comida navideña, eso sí todo con moderación. No comparto eso de
pasar dos semanas comiendo hallacas y pernil. Pero así como me gusta la comida,
desapruebo el exceso en el que se incurre por la cantidad. Tomemos por ejemplo
una lista de todas las cosas que las familias venezolanas suelen preparar para
la noche del 24 y en ocasiones también para el 25.
Hallacas, pernil, ensalada de gallina, algunas familias también incluyen
asado negro y pollo horneado, además está el pan de jamón y el jamón planchado. A ver, no es que
hacen uno o lo otro, no, todo esto está incluido en la cena. Como postre se prepara, torta negra y dulce de
lechosa, también puede incluir panetón, turrones, frutos secos, mazapán y polvorones.
Las bebidas tampoco son modestas, puede incluir refrescos, vino para acompañar
la comida, pero también se consume, ponche crema, ron, sangría, cerveza, whisky
y cualquier bebida conocida como “digestiva”. Por supuesto no podemos dejar de
mencionar los aperitivos o abreboca que puede incluir salsas preparadas, bolsas
de pepitos, chis trees, doritos, tostones etc.
¿Se dan cuenta? ¿No les parece exagerada la cantidad de comida y licor que
se consume en una cena, una noche? Es decir, caramba, esa lista de comida puede
ser consumida en una semana.
De la navidad también me gusta la idea de compartir con la familia, y los
familiares como los primos, los sobrinos, los tíos etc., en fin esa familia que
llega de visita y que se ve solo en las fiestas o velorios. Eso normalmente
viene acompañado de ruido, de música, de chamos corriendo, madres gritando para
que los niños no se ensucien como que si igual no tuviesen que lavar la ropa, y
lo que hacen es frustrar la diversión a los chamos. El volumen de la música que
sin darte cuenta cada vez es más alto, lo que provoca que levantes la voz para
que los demás te puedan escuchar y poco después estas gritando y en 20 minutos
ya estas disfónica y con dolor de cabeza.
Me gusta que la navidad es una época para viajar descansar, o sencillamente
para no hacer nada. Me gusta recibir el
bono de fin de año. Me gusta ver películas navideñas llenas de mensajes de paz
y también las de historias tristes pero aleccionadoras y esperanzadoras.
Los fuegos artificiales, en serio, sé que lo mencioné en la primera parte,
pero es que no entiendo porque la gente tiene la posibilidad de poder comprar
esas cosas explosivas. La venta de fuegos artificiales debería prohibirse en su
totalidad y el manejo debería estar únicamente en dependencias gubernamentales,
gente que sepa como manipularlos, que se haga una única exhibición por municipio.
Así evitaríamos muchos accidentes, niños con quemaduras por el mal manejo de
los cohetes y demás periquitos. Además, le haríamos un gran favor a la salud de
todos, especialmente de las mascotas. Los perros al escuchar esos ruidos
experimentan palpitaciones, taquicardia, temblores, nauseas, pánico, estrés,
angustia y miedo, mucho miedo. Como consecuencia pueden escapar y ser arrollados
por cualquiera en su búsqueda por protección y seguridad.
Algo que no entiendo es ¿por qué la gente espera hasta diciembre para
pintar la casa? En Agosto también es temporada vacacional, algunas personas reciben
un bono por vacaciones, es decir, porque esperar hasta diciembre, la pintura
usualmente aumenta de precio. De la misma manera, ¿por qué esperar hasta
diciembre para comprar ropa, cuando esta también aumenta de precio? Me parece que hay algo de masoquismo en todo
esto. En diciembre las calles se ponen insoportables por la cantidad de gente,
el tráfico, todo se hace a la carrera, todo se deja para última hora. ¡Es una
locura!
Repito, si nos ocupáramos más de lo que es esencial todo sería mucho mejor
y menos complicado. Haríamos mejor
comprando menos juguetes y pasando más tiempo con los niños, conversando con
ellos, compartiendo sus programas favoritos, jugando con ellos. Habría más
parejas felices si conversáramos más y usáramos menos los aparatos telefónicos,
computadoras, y aparatos de juegos. Formaríamos mejores ciudadanos si leemos y
aprendemos más y vemos menos televisión. Paciencia, tiempo, abrazos, juegos,
sonrisas, confianza y atención. Eso es lo que debemos poner en el árbol de la
vida y menos cosas materiales en el árbol de navidad.
En fin, de cualquier manera todo esto es una opinión muy personal quizás
motivada por el hecho de que no me gustan las multitudes, ni el ruido, ni los
excesos. Creo que sigue siendo mucho más lo que no me gusta que lo que me gusta
de la navidad.
No hay comentarios:
Publicar un comentario