viernes, 25 de marzo de 2016

Mujeres heterosexuales y mujeres homosexuales, ¿qué tan diferentes son nuestras luchas?

Todos somos personas

Hace pocos días me sucedió algo curioso, estando en una reunión con mujeres me dijeron que “los asuntos LGBTI no tienen cabida en los temas de mujeres.” Posteriormente, alguien me pidió participar en una reunión de trabajo sobre asuntos de género en ocasión de la conmemoración del Día Internacional de la Mujer y hablar de la situación de las mujeres lesbianas, bisexuales y trans.
Pensé entonces en hablar sobre este asunto y tratar de hacer ver que los asuntos de las mujeres lesbianas, bisexuales y trans también son asuntos de género y deben ser incluidos y se les debe dar mayor visibilidad y apoyo. Las mujeres ya por el hecho de ser mujeres somos objeto de discriminación y de un trato desigual en la sociedad. Para las mujeres LBT la situación no es diferente. Lo que sigue es lo que escribí para esa reunión.
Sucede que el Movimiento LGBTI en el mundo ha estado dominado por hombres, y las mujeres hemos sido invisibilizadas; somos vistas como aquellas que solo podemos servir como secretarias o asistentes, porque escribimos bonito o somos más organizadas.
Además de tener que lidiar con el machismo de los hombres homosexuales, debemos lidiar con el rechazo de las mujeres heterosexuales, particularmente a incluir nuestras demandas en la agenda de derechos de las mujeres. Suena absurdo e irreal pero es la realidad, somos entonces objeto de doble discriminación por parte de hombres y de algunas mujeres.
Entonces me propuse elaborar una tabla/lista de los asuntos por las cuales las mujeres en general trabajamos y luchamos. Me dedique a escuchar a quienes saben más que yo, pues tienen años en este trabajo de los estudios de género-mujer. Quise saber si nuestros asuntos son realmente tan diferentes. Ciertamente hay diferencias, dado que en nuestro caso los problemas son agravados por razón de nuestra orientación sexual homosexual.
Entonces las he escuchado hablar de la necesidad de crear un marco normativo por la igualdad y la no discriminación. Se requiere de un trato justo y equitativo entre hombres y mujeres. Resulta que las mujeres lesbianas, bisexuales y trans buscamos exactamente lo mismo.
Las he escuchado hablar de la necesidad de que las mujeres tengan acceso a un trabajo digno, con una remuneración equitativa y justa. También las mujeres lesbianas queremos tener empleos con salarios justos, poder ascender sin ser chantajeadas ni amenazadas por nuestra orientación sexual. Igualmente, queremos tener acceso al beneficio de Seguro Social y HCM. Las parejas mujeres vemos imposibilitado que nuestra pareja disfrute de estos beneficios, lo cual no sucede con las parejas heterosexuales.
Las he escuchado hablar de la necesidad de prevenir la deserción escolar de niñas y adolescentes, resulta que también las lesbianas, bisexuales y trans formamos parte de esas estadísticas de deserción escolar, en particular, como consecuencia del acoso escolar por orientación sexual, identidad y expresión de género. Además del número de suicidios que no llegan a las estadísticas oficiales porque “de eso no se habla”. Los suicidios de niñas y adolescentes homosexuales y trans nadie los registra, se conocen a través de rumores, y conversaciones secretas.
Las he escuchado hablar de los derechos sexuales y reproductivos de las mujeres. Resulta que también las mujeres lesbianas queremos los mismo derechos. Hoy en día las parejas conformadas por mujeres u hombres que desean tener hijos deben acudir a clínica privadas y someterse a tratamientos sumamente costosos para poder tener hijos.
Nuestros hijos, ya sea de relaciones anteriores, o los concebidos a través de inseminación artificial, son los nuevos hijos naturales. Son niños que deben ser registrados como hijos de madres solteras porque no se permite registrarlos con sus dos mamás o papás. Al momento del parto, la pareja mujer de la parturienta se le niega el acceso por no poder demostrar un vínculo legal, igual sucede en caso de enfermedad o de muerte.
Las he escuchado hablar de luchar contra la violencia de género o violencia contra las mujeres, pues resulta que también existe la violencia intragénero, aquella que se da entre parejas del mismo sexo. Nosotras las mujeres lesbianas, bisexuales y trans también somos objeto de violencia por parte de nuestras parejas. Al momento de querer presentar una denuncia, esta no es admitida, porque solo el hombre es reconocido como agresor.
Las he escuchado hablar de la necesidad de contar con servicios médicos diferenciados para las mujeres indígenas y afrodescendientes acorde a su cultura. Resulta que las mujeres lesbianas también requerimos de un trato diferenciado en los servicios médicos. Las y los ginecólogos no están formados para abordar la situación de la manera apropiada. Yo he sido objeto de discriminación al revelar mi orientación sexual en la consulta ginecológica.
Y finalmente, las he escuchado hablar de la prevención del acoso callejero. Las lesbianas también somos objeto de acoso y aún peor ya que somos vistas no solo como objeto de deseo sexual sino también como una fantasía sexual. Adicionalmente, somos víctimas de violaciones, al igual que el resto de las mujeres pero con intención de “corregir nuestro defecto”.
Pero, sí, definitivamente, somos diferentes, porque nuestras relaciones de pareja no son reconocidas legalmente. En Venezuela, existen aproximadamente seis mil parejas del mismo sexo cuya relación no se les reconoce, hay, por ende, un trato desigual y mucha discriminación hacia las parejas del mismo sexo, en comparación con las parejas heterosexuales. Por ende, todos los derechos ligados al matrimonio se nos son negados.
Estas familias homoparentales, a su vez, están conformadas por niñas, niños o adolescentes, cuya situación legal permanece en el limbo. Niñas y niños en distintas situaciones, a) hijos genéticos de uno de los miembros de la pareja; b) hijos concebidos por inseminación por donantes; c) hijos concebidos por gestación subrogada; d) hijos por adopción como individuo; e) hijos de adopción por parte de la pareja. Si luchamos por los derechos de los niños, luchemos también por los hijos de las familias homoparentales.
Para nosotras luchar por los derechos de las mujeres lesbianas, bisexuales y trans, es luchar por los derechos de las mujeres. En esencia, somos mujeres, lo único que nos separa es la orientación sexual, lo cual no debe ser un elemento de división.
De manera que lo que espero es que nos demos cuenta de que los asuntos de las mujeres lesbianas, bisexuales y trans, son, en esencia, los mismos de las mujeres heterosexuales; que veamos la necesidad de que las organizaciones de DDHH de las mujeres y las de derechos de personas LGBTI nos apoyemos mutuamente. No podemos seguir pensando que los asuntos de las personas LGBTI son ajenos al resto de los derechos. Esto es un llamado a la reflexión. Y ver que juntas podemos ganar más, que separadas. Cuando se piense en transversalizar el tema de género, se debe considerar que las mujeres LBT también cabemos allí y para nosotras sería un gran apoyo y respaldo a nuestra lucha.

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