sábado, 2 de mayo de 2020

Convertir una casa en un hogar en tiempos de aislamiento





Convertir una casa en un hogar en tiempos de aislamiento

En un post anterior titulado “Adiós, Catia” les conté que en septiembre de 2019 me mudé a un nuevo departamento,  tuve que hacer tres viajes diferentes para poder mudar todo. Vendí algunas cosas, doné algunas otras y empaqué una casa de dos habitaciones para entrar en un apartamento de una habitación. No fue fácil. Pero lo logré. La vieja cocina la regale y todos los escritorios y mesas los done a una escuela.

Mientras me mudaba, todavía estaba trabajando, investigando, escribiendo y enseñando, así que me sentí como una de esas personas de las que salen en los programas de remodelación de casas en Home and Health, saben, que debe reparar la casa donde viven para entregarla y al mismo tiempo arreglar la casa nueva para poder mudarse. Mientras tanto vas encontrando todos los problemas que hacen falta arreglar.

Finalmente, a finales de octubre, todas las cajas estaban en mi nueva casa. Me toco reparar unos serios problemas de botes de agua y cañerías. Había botes de agua en el lavamanos, en la ducha y en el lavaplatos, al mismo tiempo, no salía agua de las llaves en la ducha y el lavamanos. Varios aparatos estaban dañados y requerían reparación o compra de repuestos. Es normal encontrar estos problemas en casas que han estado solas durante un tiempo y sin cuidado permanente. Lo que no se usa se daña y el uso también las daña. Todo eso lo hice con calma pero sin pausa para poder mudarme totalmente.  
En noviembre tuve que viajar a Maracaibo, a fines de ese mes viajé a los Estados Unidos donde me quedé hasta fines de diciembre. Agotado como estaba, cuando regresé a Venezuela, dormí tanto, y descansé tanto como pude que apenas puedo recordar lo que hice.

En enero, una vez más tuve que viajar a Ecuador y en febrero a Chile, sin volver a Caracas. Estaba tan exhausta que mi cuerpo estaba pidiendo un descanso. Su forma de hacerlo fue con gripe.
En marzo, tuve una gripe que me obligó a quedarme en cama desde el cuarto día del mes hasta el 13. Cuando ya estaba recuperada, la cuarentena debido a COVID 19 comenzó en Venezuela.

Entonces, a pesar de haberme mudado en septiembre, era muy poco el tiempo que había pasado en casa. Estando en casa y completamente recuperada de la gripe, tuve tiempo de concentrarme en mí misma. Los primeros días fueron muy duros, no tenía control del tiempo para levantarme o acostarme por la noche. No tenía control sobre la ansiedad que me hacía comer con desesperación.

La segunda semana, me di cuenta de que tenía que comenzar a hacer cambios en mi falta de rutina y control sobre mis sentimientos y emociones. Entonces comencé a prestar atención a mi nueva casa.
Me di cuenta de que tenía que terminar de desempacar. Ya no podía tener cajas con objetos de la mudanza. O las usaba o tendría que deshacerme de ellas. Entonces, desempaqué. Encontré lugar en el departamento para organizar todo. Y las cosas comenzaron a tomar forma. Necesitaba construir una nueva rutina.

En Venezuela, una rutina depende mucho de los días que tengamos agua corriente. Cuando hay agua tengo que lavar la ropa, limpiar y cocinar para toda una semana. Solo porque es muy incómodo limpiar y cocinar sin agua. Entonces, mi rutina es guiada por el servicio de agua.

La segunda cosa que guía mi rutina es el día en que los mercados cercanos a mi casa reciben bienes y cosas para vender. Me gusta comprar frutas y verduras frescas, así que sé exactamente cuándo ir al mercado una vez por semana para obtener provisiones.

De manera que el servicio de agua y el día de compras ya estaban dando forma a mi rutina. Lo siguiente fue establecer un horario para trabajar. 

Un día, mientras estaba en el sofá viendo la televisión, escuché un sonido. Era la ventana de madera, ya en febrero me había dado cuenta que había algo que no estaba del todo bien. Estaba desprendida de un lado y estaba a punto de caerse. Entonces, tenía que encontrar a alguien para arreglarla. Tomó mucho tiempo para que eso sucediera. Mientras tanto, comencé a abrirla para que el viento no la golpeara y la desprendiera aún más. Luego me di cuenta de algo maravilloso. 

Todas las mañanas, alrededor de las 7 o 7:30 a.m., durante una hora, el sol salía e iluminaba la habitación. Entonces, comencé mi nueva rutina. Empecé a levantarme a las 7, abrir la ventana y exponerme al sol. Noté que comencé a sentirme tan energizada por los rayos del sol y mis días fueron mucho mejores. Pueden leer más sobre “la ventana que me guía”.

Hago eso todos los días durante una hora y luego desayuno, me ducho y empiezo a trabajar desde casa alrededor de las 9:30 a 10:00 de la mañana. Así, poco a poco construí una nueva rutina. Siguiente paso, apagar la computadora y dejar de trabajar a las 5:00 p.m. Al principio fue difícil pero lo hice. Logré construir una rutina mientras estoy en cuarentena. 

He limpiado, restaurado y reorganizado todo en casa. Descubrí que la organización espacial es una actividad muy relajante y una amiga me dijo que en realidad es terapéutica. También me he estado deshaciendo de viejos utensilios de cocina, bolsas, papeles, libros, cosas que ya no necesito.
También estoy disfrutando cocinar para mí. Había dejado de hacerlo y estaba comiendo fuera la mayor parte del tiempo debido a la falta de tiempo. Solo para el almuerzo, siempre he hecho el desayuno y la cena en casa. 

Este pasado mes de abril me ha tocado encontrar una empresa para remplazar la hermosa ventana de madera que había. Encontrar a una persona para  reparar de nuevo los botes de agua que no repararon bien la primera y la segunda vez, colocar una lámpara que faltaba y necesitaba, rehacer un viejo tendedero que ya casi estaba sin cables. Montar unos cuadros que aún estaban en una esquina para ser colgados y otras cosas mas. Todo esto me ha mantenido muy ocupada y entretenida. Debo reconocer que los programas de remodelación y decoración de casas de Home and Health me han servido mucho.

La cuarentena ha vuelto a ponerme en contacto con actividades que antes hacia, he retomado viejos pasatiempos. He estado convirtiendo una casa en un nuevo hogar. Me siento agradecida por este nuevo espacio y me siento en paz, disfruto de la tranquilidad que he encontrado y todo esto ha hecho que el aislamiento sea más llevadero. 

Una nueva ventana 

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