Convertir una casa en un hogar en tiempos de aislamiento
En un post anterior titulado “Adiós, Catia” les conté que en
septiembre de 2019 me mudé a un nuevo departamento, tuve que hacer tres viajes diferentes para
poder mudar todo. Vendí algunas cosas, doné algunas otras y empaqué una casa de
dos habitaciones para entrar en un apartamento de una habitación. No fue fácil.
Pero lo logré. La vieja cocina la regale y todos los escritorios y mesas los
done a una escuela.
Mientras me mudaba, todavía estaba trabajando, investigando,
escribiendo y enseñando, así que me sentí como una de esas personas de las que
salen en los programas de remodelación de casas en Home and Health, saben, que
debe reparar la casa donde viven para entregarla y al mismo tiempo arreglar la
casa nueva para poder mudarse. Mientras tanto vas encontrando todos los problemas
que hacen falta arreglar.
Finalmente, a finales de octubre, todas las cajas estaban en
mi nueva casa. Me toco reparar unos serios problemas de botes de agua y cañerías.
Había botes de agua en el lavamanos, en la ducha y en el lavaplatos, al mismo
tiempo, no salía agua de las llaves en la ducha y el lavamanos. Varios aparatos
estaban dañados y requerían reparación o compra de repuestos. Es normal
encontrar estos problemas en casas que han estado solas durante un tiempo y sin
cuidado permanente. Lo que no se usa se daña y el uso también las daña. Todo
eso lo hice con calma pero sin pausa para poder mudarme totalmente.
En noviembre tuve que viajar a Maracaibo, a fines de ese mes
viajé a los Estados Unidos donde me quedé hasta fines de diciembre. Agotado
como estaba, cuando regresé a Venezuela, dormí tanto, y descansé tanto como
pude que apenas puedo recordar lo que hice.
En enero, una vez más tuve que viajar a Ecuador y en febrero
a Chile, sin volver a Caracas. Estaba tan exhausta que mi cuerpo estaba
pidiendo un descanso. Su forma de hacerlo fue con gripe.
En marzo, tuve una gripe que me obligó a quedarme en cama
desde el cuarto día del mes hasta el 13. Cuando ya estaba recuperada, la
cuarentena debido a COVID 19 comenzó en Venezuela.
Entonces, a pesar de haberme mudado en septiembre, era muy
poco el tiempo que había pasado en casa. Estando en casa y completamente
recuperada de la gripe, tuve tiempo de concentrarme en mí misma. Los primeros
días fueron muy duros, no tenía control del tiempo para levantarme o acostarme
por la noche. No tenía control sobre la ansiedad que me hacía comer con
desesperación.
La segunda semana, me di cuenta de que tenía que comenzar a
hacer cambios en mi falta de rutina y control sobre mis sentimientos y
emociones. Entonces comencé a prestar atención a mi nueva casa.
Me di cuenta de que tenía que terminar de desempacar. Ya no
podía tener cajas con objetos de la mudanza. O las usaba o tendría que
deshacerme de ellas. Entonces, desempaqué. Encontré lugar en el departamento
para organizar todo. Y las cosas comenzaron a tomar forma. Necesitaba construir
una nueva rutina.
En Venezuela, una rutina depende mucho de los días que tengamos
agua corriente. Cuando hay agua tengo que lavar la ropa, limpiar y cocinar para
toda una semana. Solo porque es muy incómodo limpiar y cocinar sin agua.
Entonces, mi rutina es guiada por el servicio de agua.
La segunda cosa que guía mi rutina es el día en que los
mercados cercanos a mi casa reciben bienes y cosas para vender. Me gusta
comprar frutas y verduras frescas, así que sé exactamente cuándo ir al mercado
una vez por semana para obtener provisiones.
De manera que el servicio de agua y el día de compras ya
estaban dando forma a mi rutina. Lo siguiente fue establecer un horario para trabajar.
Un día, mientras estaba en el sofá viendo la televisión, escuché
un sonido. Era la ventana de madera, ya en febrero me había dado cuenta que
había algo que no estaba del todo bien. Estaba desprendida de un lado y estaba
a punto de caerse. Entonces, tenía que encontrar a alguien para arreglarla.
Tomó mucho tiempo para que eso sucediera. Mientras tanto, comencé a abrirla
para que el viento no la golpeara y la desprendiera aún más. Luego me di cuenta
de algo maravilloso.
Todas las mañanas, alrededor de las 7 o 7:30 a.m., durante
una hora, el sol salía e iluminaba la habitación. Entonces, comencé mi nueva
rutina. Empecé a levantarme a las 7, abrir la ventana y exponerme al sol. Noté
que comencé a sentirme tan energizada por los rayos del sol y mis días fueron
mucho mejores. Pueden leer más sobre “la ventana que me guía”.
Hago eso todos los días durante una hora y luego desayuno,
me ducho y empiezo a trabajar desde casa alrededor de las 9:30 a 10:00 de la
mañana. Así, poco a poco construí una nueva rutina. Siguiente paso, apagar la
computadora y dejar de trabajar a las 5:00 p.m. Al principio fue difícil pero
lo hice. Logré construir una rutina mientras estoy en cuarentena.
He limpiado, restaurado y reorganizado todo en casa.
Descubrí que la organización espacial es una actividad muy relajante y una
amiga me dijo que en realidad es terapéutica. También me he estado deshaciendo
de viejos utensilios de cocina, bolsas, papeles, libros, cosas que ya no
necesito.
También estoy disfrutando cocinar para mí. Había dejado de
hacerlo y estaba comiendo fuera la mayor parte del tiempo debido a la falta de
tiempo. Solo para el almuerzo, siempre he hecho el desayuno y la cena en casa.
Este pasado mes de abril me ha tocado encontrar una empresa para remplazar la hermosa
ventana de madera que había. Encontrar a una persona para reparar
de nuevo los botes de agua que no repararon bien la primera y la segunda vez, colocar una lámpara que faltaba y necesitaba, rehacer un viejo tendedero que ya casi estaba sin cables. Montar unos cuadros
que aún estaban en una esquina para ser colgados y otras cosas mas. Todo esto me ha mantenido muy
ocupada y entretenida. Debo reconocer que los programas de remodelación y decoración
de casas de Home and Health me han servido mucho.
La cuarentena ha vuelto a ponerme en contacto con
actividades que antes hacia, he retomado viejos pasatiempos. He estado convirtiendo una
casa en un nuevo hogar. Me siento agradecida por este nuevo espacio y me siento
en paz, disfruto de la tranquilidad que he encontrado y todo esto ha hecho que
el aislamiento sea más llevadero.
Una nueva ventana |
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