domingo, 14 de agosto de 2016

Perspectiva de Género

¿Qué es la perspectiva de género?
Es una categoría de análisis social que surgió en la década de los años 60 y que buscaba explicar cómo hombres y mujeres experimentan el mundo de formas diferentes, en lugar de asumir que el hombre es la medida de lo humano.
La perspectiva de género aplicada a la medicina permitió identificar, por ejemplo, que cuando a las mujeres les va a dar un infarto, los síntomas son diferentes que los de los hombres. Aplicada a la industria automovilística, permitió entender que la razón por la que morían más mujeres en accidentes de tránsito era porque en las pruebas de seguridad usaban muñecos con las medidas antropomorfas de los hombres.

La educación en género, sexualidad y ciudadanía
La orientación sexual y la identidad de género no se enseñan, pero el respeto, la convivencia armónica y la igualdad sí. En el mundo está comprobado que la educación sexual enfocada en el autoconocimiento del cuerpo, la identidad y el respeto a la diferencia es la mejor manera de dar herramientas a los niños y niñas para evitar el abuso sexual y el acoso o bullying por ser diferentes, prevenir el embarazo adolescente, evitar la violencia en las relaciones de pareja, prevenir el VIH y las ITS, y formar ciudadanos que respeten la diferencia y valoren el pluralismo, lo que es esencial para alcanzar la paz y fortalecer la democracia.

¿Cuál es la diferencia entre sexo y género?
Aunque no fueron las feministas quienes inventaron el concepto de género, sí fueron quienes lo popularizaron para hacer evidente que el sexo se refiere a los rasgos biológicos de machos o hembras, y el género a los roles y actitudes que se entienden como masculinos o femeninos. Tradicionalmente se esperaba que, por naturaleza, todos los hombres fueran masculinos (fuertes, racionales y proveedores) y  todas las mujeres fueran femeninas (débiles, emocionales y cuidadoras). Al diferenciar el sexo del género podemos entender que haya hombres femeninos y mujeres masculinas.

De hecho, muchas de las prohibiciones que existían históricamente para las mujeres y de los estereotipos que se siguen usando hoy en día se explican al confundir el sexo y el género. No podían votar ni aspirar a cargos públicos, porque su “naturaleza” era cuidar a los hijos y estar en la casa. Tampoco podían ser jurados ni testigos en procesos judiciales, porque su “emocionalidad” les impedía ser objetivas. No recibían la misma educación que los hombres y mientras a ellos les enseñaban matemáticas y ciencias, a ellas les enseñaban costura y etiqueta.
Pero los hombres también se han visto afectados con los estereotipos de género; por ejemplo, al haber sido educados bajo la premisa de que “los hombres no lloran”.

¿Qué es la orientación sexual?
La orientación sexual se refiere a la atracción afectiva y sexual que una persona siente hacia otra. No existen datos exactos, pero se estima que entre el 5 y 8 % de la población es homosexual, es decir, que siente atracción hacia una persona de su mismo sexo. La orientación sexual no es una elección, sino una condición natural de la persona como lo son el color de su piel o el ser zurdo o diestro.
Todas las personas sentimos atracción hacia otras, tanto si somos heterosexuales (atraídas hacia el sexo contrario), homosexuales (atraídas hacia el mismo sexo) o bisexuales (atracción hacia ambos sexos). Esto es sólo un factor de la personalidad y la sola orientación sexual no determina las calidades éticas o morales. La orientación sexual no se puede cambiar, aunque algunas personas aprendan a reprimirlo para evitar la discriminación. Es  independiente del sexo y del género de cada persona; así, por ejemplo, un hombre homosexual puede ser muy masculino, o una mujer heterosexual tener actitudes masculinas.

¿Cómo se determina el sexo de una persona?
Tradicionalmente, el sexo de las personas se asigna al momento de nacer sólo con base en una revisión rápida de los genitales. Si tiene pene es niño, si tiene vagina es niña.  Los avances científicos han permitido identificar otras características biológicas que determinan el sexo de una persona. Por ejemplo, desde el punto de vista cromosómico, un individuo XX es hembra, uno XY es macho.  Cuando los genitales presentan características ambiguas o cuando la composición de cromosomas presenta alguna alteración como XXY o XXX la persona es intersexual.
También se puede indagar el sexo de una persona estudiando el tipo de hormonas que producen sus gónadas (testículos u ovarios). Hombres y mujeres producen los dos tipos de hormonas que determinan las características sexuales secundarias, pero normalmente los hombres producen más testosterona y las mujeres más estrógenos.
La mayoría de nosotros nos identificamos como hombres o mujeres con base en los genitales que desarrollamos de forma evidente. Sin embargo, existen casos, donde al realizar otras pruebas podríamos descubrir que nuestro sexo no es tan claro. Por ejemplo, un hombre casado en la China descubrió que era intersexual a los 44 años, cuando acudió al médico por tener dolor estomacal y orina en la sangre. Los exámenes descubrieron que tenía una composición cromosómica de mujer (XX) y que a pesar de tener un pene y testículos normales, en el interior de su abdomen también tenía un útero y ovarios, y que el dolor y la sangre eran causados por la menstruación.  La corredora sudafricana Caster Semenya tuvo que someterse a exámenes cromosómicos para que la dejaran correr en las competiciones de mujeres. Los resultados demostraron que tiene cromosomas XX, pero también se comprobó que produce testosterona como un hombre, lo que explica por qué es más rápida que otras mujeres con niveles más bajos de testosterona.

¿Diversidad y derechos humanos?
A través de la historia, la biología se ha usado como un supuesto argumento científico para restringir los derechos de cierto tipo de personas. Por ejemplo, las monarquías antiguas sólo reconocían derechos a quienes tenían sangre azul por ser hijos de la nobleza, en muchos países sólo se reconocían derechos a personas de cierto color de piel porque las de otros colores se consideraban más cercanas a los simios,a las mujeres les negaron derechos alegando que su rol en la reproducción era el argumento biológico que justificaba su confinamiento al hogar y a las personas con algún tipo de discapacidad se les restringen sus derechos porque se presume que no pueden tomar decisiones autónomas.
Lo cierto es que las categorías biológicas son más inestables de lo que creemos y no pueden afectar la manera en la que concebimos la democracia, ni limitar a quienes reconocemos como titulares de derechos. La diversidad sexual y de género no es una enfermedad ni una perversión. La diversidad de todo tipo (racial, étnica, de género, de orientación sexual, de religión) enriquece y fortalece las sociedades.

¿Qué es la identidad de género?
La identidad de género es el sentido interno que todas las personas tenemos de ser hombres o mujeres, independientemente de nuestra anatomía. Como la orientación sexual, la identidad de género no se escoge ni puede ser modificada, es algo con lo que nacemos. En la mayoría de los casos la identidad de género coincide con el sexo asignado al nacer, pero a veces no. Las personas que sienten una fuerte disonancia entre su sexo y su identidad de género son llamadas transgénero. No se trata de un capricho ni de curiosidad, sino de sentir de manera insistente, persistente y consistente que la identidad de género no coincide con la anatomía propia y, por lo tanto, es necesario empezar un proceso de cambio para alinear estos aspectos de su identidad. Dicho proceso se conoce como “transición”, y es único en cada caso. A veces incluye cirugías de reasignación de sexo, otras veces sólo hormonas, en ocasiones ninguna de estas cosas o a veces las dos. De acuerdo con la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, las personas transgénero viven en una situación de tanta vulnerabilidad, que tienen una esperanza de vida de 35 años.


13 de agosto, 2016.    Por  Mónica Roa, Juliana Martínez. 

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